Tokio blues, Haruki Murakami
“Me da miedo atroz pensar en que se está debilitando mi interés por todo. No resisto esta soledad, busco compañía y no resisto la compañía.”
— Andrés Caicedo
Gabriela Mistral. Caminando se siembra.
“A veces nos topamos con personas que nos gustan. Sí, nos gustan mucho. Y no por el hecho de que nos gusten vamos a pensar en ellos como próximos amantes y nuevos novios. Simplemente nos gustan. Sí, nos gustan mucho. Y sí por ello vamos a pensar en ellos como aliados, o compinches, o colegas. ¿Por qué añadirle una etiqueta al futuro que desconocemos? Un socio, un amigo, un compañero… un algo. Puede que quizás en una semana como en dos meses… se convierta en otra cosa, tampoco voy a negarlo; pero puede también que se que se diluya, llevándose tras de sí, toda esa atracción primera, convertida en un mero número de teléfono y una copa de vino a medias. Simplemente nos gustan. Y sí, existen personas que me gustan, y mucho. No pienso en acostarme con ellas o prometerles un amor eterno. No, de momento. Tampoco confirmo ni desmiento que en un azar termine compartiendo unas sábanas y un grito mudo de placer contra una pared. No me aventuro a descifrar los porvenires. Me conformo con conocerles, evadirme, jugar y cortejarles. Vivirlos. Aprender de ellos. Conocer nuevas fórmulas, nuevos guiños y alguna que otra anécdota. Y me gustan. Me gustan mucho. Y me gustas. Me gustas mucho. Así que apresúrate, sígueme el juego y actúa como si me conocieras. No rompas esa magia. Sé mi nuevo confidente. Olvídate de las esperas.”
— Alejandra G Remón
“Cada momento es efímero, pero justo ahí reside la magia de vivir.”
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Pedacitodecielo
“Somos fuertes cuando estamos con otra alma. Cuando estamos unidos a los demás, no nos pueden romper.”
— Mujeres que corren con los lobos, Clarissa Pinkola Estés.
…No me canso nunca de transmigrar.
Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda… y nos hace cosquillas!
(…) A mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.
Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos…. y de los camaleones!…
(…) Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.
Extraído de “Espantapájaros” (1932) Oliverio Girondo
clarice lispector, the hour of the star